sábado, 1 de septiembre de 2012

expresionismo



Vanguardismo.






La pintura de Cézanne abrió camino para las variadas experimentaciones estéticas que caracterizarían las vanguardias al inicio del Siglo XX.
El término vanguardia procede del francés Avant-garde /ɑvɑ̃ gɑʁd/, un término del léxico militar que designa a la parte más adelantada del ejército, la que confrontará antes con el enemigo, la «primera línea» de avanzada en exploración y combate. Metafóricamente, en el terreno artístico la vanguardia es, pues, la «primera línea» de creación, la renovación radical en las formas y contenidos para, al mismo tiempo que se sustituyen las tendencias anteriores, enfrentarse con lo establecido, considerado obsoleto.
El vanguardismo se manifiesta a través de varios movimientos de vanguardia, los ismos, que desde planteamientos divergentes abordan la renovación del arte, desplegando recursos que quiebren o distorsionen los sistemas más aceptados de representación o expresión artística, en teatro, pintura, literatura, cine, música, etc. Estos movimientos artísticos renovadores, en general dogmáticos, se produjeron en Europa en las primeras décadas del siglo XX, desde donde se extendieron al resto del mundo, principalmente América del Norte, Centroamérica y América del Sur.
En España e Hispanoamérica, el vanguardismo reacciona contra el modernismo, cuyas innovaciones resultan insuficientes y caducas a ojos de los vanguardistas.
Vanguardia significaba innovar o liberar la cantidad de reglas y estamentos que ya estaban establecidos por los movimientos anteriores;

por eso se dice que la única regla del vanguardismo era no respetar ninguna regla. La característica primordial del vanguardismo es la libertad de expresión, que se manifiesta de manera peculiar en cada uno de los géneros literarios y de la siguiente manera: en la narrativa, se diversifica la estructura de las historias, abordando temas hasta entonces prohibidos y desordenando todos los parámetros del texto narrativo; en la lírica se rompe con toda estructura métrica y se da más valor al contenido.
Los cambios que produce el vanguardismo no afectan sólo a la literatura. En la arquitectura se desecha la simetría para dar paso a la asimetría; en la pintura se rompe con las líneas, con las formas y con los colores neutros y se rompe la perspectiva para darle paso al grabado desordenado y ampuloso. En la escultura aparecen las figuras amorfas que cada quien interpreta según su forma de percibirlo, en la danza desaparecen todos los aditamentos y vestuarios clásicos para utilizar de mejor forma la expresión corporal. En la música al igual que en la literatura es donde se produce los cambios más radicales.

Contexto histórico y cultural.

Desde el punto de vista histórico, el primer tercio del siglo XX se caracteriza por grandes tensiones y enfrentamientos entre las potencias europeas. Además de la I Guerra Mundial (1914'' 1918), tendrá lugar la Revolución Soviética (octubre de 1917), abriendo esperanzas para un régimen económico diferente para el proletario y para los sectores más desfavorecidos

de la sociedad. Tras los felices años 20 (los «Años Locos»), época de desarrollo y prosperidad económica, vendrá el gran desastre de la bolsa de Wall Street (1929) y volverá una época de recesión y conflictos que, unidos a las difíciles condiciones impuestas a los vencidos de la Gran Guerra, provocarán la gestación de los sistemas totalitarios (fascismo y nazismo) que conducirán a la II Guerra Mundial.
[pic]
Max Horkheimer (izquierda), Theodor Adorno (derecha), y Jürgen Habermas en el fondo, derecha, año 1965 en Heidelberg, Alemania.
Desde el punto de vista cultural, es una época dominada por las transformaciones y el progreso científico y tecnológico (la aparición del automóvil y del avión, el cinematógrafo, el gramófono, etc.). El principal valor será, pues, el de la modernidad, o sustitución de lo viejo y caduco por lo nuevo y original. En el aspecto literario, era precisa una profunda renovación que superase al romanticismo, al realismo y al simbolismo y el impresionismo precedentes. De esta voluntad de ruptura con lo anterior, de lucha contra el sentimentalismo, de la exaltación del inconsciente, de lo racional, de la libertad, de la pasión y del individualismo nacerán las vanguardias en las primeras décadas del siglo XX.
Europa vivía, al momento de surgir las vanguardias artísticas, una profunda crisis. Crisis que desencadenó en la Primera Guerra Mundial y entonces, en la evidencia de los límites del sistema capitalista. Si bien «hasta 1914 los socialistas son los únicos que hablan del hundimiento

del capitalismo», como señala Arnold Hauser, también otros sectores habían percibido desde antes los límites de un modelo de vida que privilegiaba el dinero, la producción y los valores de cambio frente al hombre.
Resultado de esto fue la chatura intelectual, la pobreza y el encasillamiento artístico contra los que reaccionaron, ya en 1905, Pablo Picasso y Georges Braque con sus exposiciones cubistas, y el futurismo que, en 1909, deslumbrado por los avances de la modernidad científica y tecnológica, lanza su primer manifiesto de apuesta al futuro y rechazo a todo lo anterior. Conocida es la frase de Marinetti: «Un automóvil de carrera es más hermoso que la Victoria de Samotracia».
Así se dan los primeros pasos de la vanguardia, aunque el momento de explosión definitiva coincide, lógicamente, con la Primera Guerra Mundial, con la conciencia del absurdo sacrificio que significaba, y con la promesa de una vida diferente alentada por el triunfo de la revolución socialista en Rusia.
Corrían los días de 1916 cuando en Zúrich (territorio neutral durante la guerra), Tristan Tzara un poeta y filósofo rumano, prófugo de sus obligaciones militares, decidió fundar el Cabaret Voltaire. Esta acta de fundación del dadaísmo, explosión nihilista que proponía el rechazo total:
El sistema DD os hará libres, romped todo. Sois los amos de todo lo que rompáis. Las leyes, las morales, las estéticas se han hecho para que respetéis las cosas frágiles. Lo que es frágil está destinado a ser roto. Probad vuestra fuerza una

sola vez: os desafío a que después no continuéis. Lo que no rompáis os romperá, será vuestro amo.
Louis Aragón, poeta francés.
Ese deseo de destrucción de todo lo establecido llevó a los dadaístas, para ser coherentes, a rechazarse a sí mismos: la propia destrucción.
Algunos de los partidarios de Dadá, encabezados por André Breton, pensaron que las circunstancias exigían no sólo la anarquía y la destrucción sino también la propuesta; es así que se apartan de Tzara (lo que dio punto final al movimiento dadaista) e inician la aventura surrealista.
La furia Dadá había sido el paso primero e indispensable, pero había llegado a sus límites. Bretón y los surrealistas (es decir: superrealistas) unen la sentencia de Arthur Rimbaud (que junto con Charles Baudelaire, el Conde de Lautréamont, Alfred Jarry, Van Gogh y otros artistas del siglo XIX será reconocido por los surrealistas como uno de sus «padres»): «hay que cambiar la vida», con aquella de Carlos Marx: «hay que transformar el mundo». Surge así el surrealismo al servicio de la revolución que pretendía recuperar aquello del hombre que la sociedad, sus condicionamientos y represiones le habían hecho ocultar: su más pura esencia, su Yo básico y auténtico.
A través de la recuperación del inconsciente, de los sueños (son los días de Sigmund Freud y los orígenes del psicoanálisis), de dejarle libre el paso a las pasiones y deseos, de la escritura automática (que más tarde cuestionaron como técnica), del humor negro, intentan marchar hacia una sociedad nueva
en donde el hombre pueda vivir en plenitud (la utopía surrealista). En este pleno ejercicio de la libertad que significó la actitud surrealista, tres palabras se unen en un sólo significado amor, poesía y libertad

expresionismo


Vanguardismo.

La pintura de Cézanne abrió camino para las variadas experimentaciones estéticas que caracterizarían las vanguardias al inicio del Siglo XX.
El término vanguardia procede del francés Avant-garde /ɑvɑ̃ gɑʁd/, un término del léxico militar que designa a la parte más adelantada del ejército, la que confrontará antes con el enemigo, la «primera línea» de avanzada en exploración y combate. Metafóricamente, en el terreno artístico la vanguardia es, pues, la «primera línea» de creación, la renovación radical en las formas y contenidos para, al mismo tiempo que se sustituyen las tendencias anteriores, enfrentarse con lo establecido, considerado obsoleto.
El vanguardismo se manifiesta a través de varios movimientos de vanguardia, los ismos, que desde planteamientos divergentes abordan la renovación del arte, desplegando recursos que quiebren o distorsionen los sistemas más aceptados de representación o expresión artística, en teatro, pintura, literatura, cine, música, etc. Estos movimientos artísticos renovadores, en general dogmáticos, se produjeron en Europa en las primeras décadas del siglo XX, desde donde se extendieron al resto del mundo, principalmente América del Norte, Centroamérica y América del Sur.
En España e Hispanoamérica, el vanguardismo reacciona contra el modernismo, cuyas innovaciones resultan insuficientes y caducas a ojos de los vanguardistas.
Vanguardia significaba innovar o liberar la cantidad de reglas y estamentos que ya estaban establecidos por los movimientos anteriores;
por eso se dice que la única regla del vanguardismo era no respetar ninguna regla. La característica primordial del vanguardismo es la libertad de expresión, que se manifiesta de manera peculiar en cada uno de los géneros literarios y de la siguiente manera: en la narrativa, se diversifica la estructura de las historias, abordando temas hasta entonces prohibidos y desordenando todos los parámetros del texto narrativo; en la lírica se rompe con toda estructura métrica y se da más valor al contenido.
Los cambios que produce el vanguardismo no afectan sólo a la literatura. En la arquitectura se desecha la simetría para dar paso a la asimetría; en la pintura se rompe con las líneas, con las formas y con los colores neutros y se rompe la perspectiva para darle paso al grabado desordenado y ampuloso. En la escultura aparecen las figuras amorfas que cada quien interpreta según su forma de percibirlo, en la danza desaparecen todos los aditamentos y vestuarios clásicos para utilizar de mejor forma la expresión corporal. En la música al igual que en la literatura es donde se produce los cambios más radicales.

Contexto histórico y cultural.

Desde el punto de vista histórico, el primer tercio del siglo XX se caracteriza por grandes tensiones y enfrentamientos entre las potencias europeas. Además de la I Guerra Mundial (1914'' 1918), tendrá lugar la Revolución Soviética (octubre de 1917), abriendo esperanzas para un régimen económico diferente para el proletario y para los sectores más desfavorecidos
de la sociedad. Tras los felices años 20 (los «Años Locos»), época de desarrollo y prosperidad económica, vendrá el gran desastre de la bolsa de Wall Street (1929) y volverá una época de recesión y conflictos que, unidos a las difíciles condiciones impuestas a los vencidos de la Gran Guerra, provocarán la gestación de los sistemas totalitarios (fascismo y nazismo) que conducirán a la II Guerra Mundial.
[pic]
Max Horkheimer (izquierda), Theodor Adorno (derecha), y Jürgen Habermas en el fondo, derecha, año 1965 en Heidelberg, Alemania.
Desde el punto de vista cultural, es una época dominada por las transformaciones y el progreso científico y tecnológico (la aparición del automóvil y del avión, el cinematógrafo, el gramófono, etc.). El principal valor será, pues, el de la modernidad, o sustitución de lo viejo y caduco por lo nuevo y original. En el aspecto literario, era precisa una profunda renovación que superase al romanticismo, al realismo y al simbolismo y el impresionismo precedentes. De esta voluntad de ruptura con lo anterior, de lucha contra el sentimentalismo, de la exaltación del inconsciente, de lo racional, de la libertad, de la pasión y del individualismo nacerán las vanguardias en las primeras décadas del siglo XX.
Europa vivía, al momento de surgir las vanguardias artísticas, una profunda crisis. Crisis que desencadenó en la Primera Guerra Mundial y entonces, en la evidencia de los límites del sistema capitalista. Si bien «hasta 1914 los socialistas son los únicos que hablan del hundimiento
del capitalismo», como señala Arnold Hauser, también otros sectores habían percibido desde antes los límites de un modelo de vida que privilegiaba el dinero, la producción y los valores de cambio frente al hombre.
Resultado de esto fue la chatura intelectual, la pobreza y el encasillamiento artístico contra los que reaccionaron, ya en 1905, Pablo Picasso y Georges Braque con sus exposiciones cubistas, y el futurismo que, en 1909, deslumbrado por los avances de la modernidad científica y tecnológica, lanza su primer manifiesto de apuesta al futuro y rechazo a todo lo anterior. Conocida es la frase de Marinetti: «Un automóvil de carrera es más hermoso que la Victoria de Samotracia».
Así se dan los primeros pasos de la vanguardia, aunque el momento de explosión definitiva coincide, lógicamente, con la Primera Guerra Mundial, con la conciencia del absurdo sacrificio que significaba, y con la promesa de una vida diferente alentada por el triunfo de la revolución socialista en Rusia.
Corrían los días de 1916 cuando en Zúrich (territorio neutral durante la guerra), Tristan Tzara un poeta y filósofo rumano, prófugo de sus obligaciones militares, decidió fundar el Cabaret Voltaire. Esta acta de fundación del dadaísmo, explosión nihilista que proponía el rechazo total:
El sistema DD os hará libres, romped todo. Sois los amos de todo lo que rompáis. Las leyes, las morales, las estéticas se han hecho para que respetéis las cosas frágiles. Lo que es frágil está destinado a ser roto. Probad vuestra fuerza una
sola vez: os desafío a que después no continuéis. Lo que no rompáis os romperá, será vuestro amo.
Louis Aragón, poeta francés.
Ese deseo de destrucción de todo lo establecido llevó a los dadaístas, para ser coherentes, a rechazarse a sí mismos: la propia destrucción.
Algunos de los partidarios de Dadá, encabezados por André Breton, pensaron que las circunstancias exigían no sólo la anarquía y la destrucción sino también la propuesta; es así que se apartan de Tzara (lo que dio punto final al movimiento dadaista) e inician la aventura surrealista.
La furia Dadá había sido el paso primero e indispensable, pero había llegado a sus límites. Bretón y los surrealistas (es decir: superrealistas) unen la sentencia de Arthur Rimbaud (que junto con Charles Baudelaire, el Conde de Lautréamont, Alfred Jarry, Van Gogh y otros artistas del siglo XIX será reconocido por los surrealistas como uno de sus «padres»): «hay que cambiar la vida», con aquella de Carlos Marx: «hay que transformar el mundo». Surge así el surrealismo al servicio de la revolución que pretendía recuperar aquello del hombre que la sociedad, sus condicionamientos y represiones le habían hecho ocultar: su más pura esencia, su Yo básico y auténtico.
A través de la recuperación del inconsciente, de los sueños (son los días de Sigmund Freud y los orígenes del psicoanálisis), de dejarle libre el paso a las pasiones y deseos, de la escritura automática (que más tarde cuestionaron como técnica), del humor negro, intentan marchar hacia una sociedad nueva


en donde el hombre pueda vivir en plenitud (la utopía surrealista). En este pleno ejercicio de la libertad que significó la actitud surrealista, tres palabras se unen en un sólo significado amor, poesía y libertad

cubismo


     EL CUBISMO
Sus orígenes e innovaciones en las que se baso
El cubismo surge en la primera década del siglo XX, constituyendo la primera de las vanguardias artísticas. Sus iniciadores fueron Pablo Picasso y Braque, quienes se vieron influenciados por la obra de Cezanne y el arte de otras culturas, como la africana, para iniciar este movimiento. Cezanne trato de representar la realidad reduciéndola a sus formas esenciales, intentando representar sobre la superficie plana del lienzo de una nueva manera, tendencia que luego fue seguida por los cubistas.   Los que Picasso y Braque tomaron de este artista   fue la técnica para resolver ese problema de lograr una nueva figuración de las cosas, dando a los objetos solidez y densidad, apartándose de las tendencias impresionistas que habían acabado disolviendo las formas en su búsqueda exclusiva de los efectos de la luz.
Por otro lado, el imperialismo puso a Occidente en contacto con otras civilizaciones con un arte propio y distinto del europeo. A través de diversas exposiciones, Picasso conoció la escultura ibérica y la africana, que simplificaban las formas y, además, ponían en evidencia que la pintura tradicional obedecía a una pura convención a la hora de representar los objetos conforme a las ideas renacentistas
de perspectiva lineal y aérea.
Todo ello no hubiera sido posible sin la aparición de la fotografía pues esta, al representar la realidad visual de manera más exacta que la pintura, liberó a este último arte de la obligación de representar las cosas tal como aparecen ante nuestros ojos y forzó a los artistas a buscarle un sentido diferente a la mera transcripción a las dos dimensiones de la apariencia externa de las cosas. La aparición del cubismo se ha relacionado, además, con otros dos hechos acontecidos en la misma década que revelan que las cosas pueden ser diferentes a como aparentan ser: el psicoanálisis al evidenciar que pueden existir motivaciones más profundas para los actos y pensamientos humanos, y la teoría de la relatividad, que revela que el mundo no es exactamente, en su estructura profunda, como lo presentaba la geometría euclidiana.
Fases del cubismo
En el cubismo podemos distinguir tres faces perfectamente diferenciadas y consecutivas en el tiempo: los inicios, de 1907 a 1909, el cubismo analítico, de 1909 a 1912, y el cubismo sintético, de 1912 a 1914, con la importante aportación de Juan Gris.

Los inicios
En los años 1907 a 1909 se establecen las bases para las fases posteriores del cubismo. Son protagonistas indiscutibles de este período el pintor francés George Braque y Pablo Picasso.
El cuadro Les demoiselles d´Avignon (obra realizada por Picasso) representa una ruptura con relación al arte anterior. Para esta obra se escoge un tema clásico del siglo XIX, el prostíbulo, pero basándose en dos elementos; el primitivismo y la geometría
postcezenniana. A esta obra le siguen una serie de realizaciones en las que domina el aspecto primitivo, escultórico y geométrico de las figuras (como Naturaeza muerta con calavera, Desnudo con paños y Tres mujeres).
Paralelamente, Braque realiza su obra Desnudo, en la que se observa una clara influencia de Cezanne y de Matisse. Luego realiza, al igual que Picasso, un viaje en el que realiza una serie de paisajes y naturalezas muertas en las que la geometría se une al color. Los volúmenes son creados por planos inclinados y las formas geométricas. Algunas obras son: Puerto de Normandía y Barcas de perca.
A la vuelta de sus respectivos viajes, Picasso y Braque se muestran sus resultados y notan que están investigando sobre un objetivo común. Este esfuerzo de trabajo conjunto los conduce al cubismo analítico.
El cubismo analítico
Se desarrolla entre los años 1909 y 1912. Se caracteriza por la forma y la división estructurada de la misma. Se representan en la tela varios aspectos del objeto, que aparece quebrado y representado por una serie de cubos que se unen entre si pretendiendo dar así una visión completa y tratando se conseguir una cuarta dimensión; el movimiento.
Todo esto es un ataque frontal a la perspectiva renacentista. El procedimiento cubista excluye todo efecto ilusorio y es realista, no en el sentido de imitar la realidad, sino en el de dar lugar a un objeto completo en sí
Los objetos tomados como modelo tienen una forma claramente reconocible. Los temas son: naturalezas muertas, paisajes, figuras únicas.